
FICHA TECNICA
Título: Eternidad
Artista: Vilma Márquez
Técnica: Óleo sobre lienzo
Dimensiones: Ø 60 pulgadas (diámetro)
Formato: Circular
Año de realización: 2025
Todo comienza donde todo termina. En ese instante quieto donde la arruga abraza la suavidad, y el tiempo se detiene en un par de brazos que lo han vivido todo… y ahora entregan.
La abuela, vestida de tierra y luna, no solo sostiene a un niño: sostiene la promesa de lo que vendrá. Ella no es solo cuerpo, es raíz, es árbol sabio de ramas extendidas que aún dan sombra.
Y el niño, ese pedacito de futuro, duerme sereno sobre la memoria viva. No lo sabe, pero en su pecho lleva canciones antiguas, rezos silenciados, risas apagadas por el tiempo.
La sangre se repite, pero se renueva. La historia se entrega con ternura, como una fruta madura que cae sin esfuerzo y nutre la tierra.
Porque el final no es fin si hay quien continúe. Y la eternidad no está en durar, sino en trascender.
Allí están ellas: la que parte y la que inicia. Unidas por el amor que no se quiebra, que no envejece, que no muere.
“Eternidad” —una pieza redonda de 60 pulgadas de diámetro, realizada en óleo sobre lienzo, con gran carga simbólica, excelente factura técnica, formato imponente, es parte de la exposición museográfica oficial, auspiciada por la embajada.
Analisis técnivo
Obra realizada en óleo sobre lienzo de gran formato circular, técnica que exige precisión y dominio en la composición para mantener armonía visual en un soporte no convencional. El trazo firme y la riqueza en la gama de tonos tierra y rojos intensos revelan un trabajo meticuloso de capas y veladuras, logrando profundidad en la piel, texturas en los pliegues del vestido y una atmósfera cálida que envuelve la escena. El equilibrio cromático entre los naranjas, marrones y rojos refleja un conocimiento sólido de la teoría del color y del simbolismo cromático, reforzando la narrativa visual.
Análisis conceptual:
Eternidad es un homenaje a la transmisión de la vida y la memoria entre generaciones. La figura de la abuela, con su vestido rojo intenso, sostiene al niño con una ternura serena, enmarcada por un fondo orgánico donde ramas y sol se entrelazan como metáfora de la raíz y la continuidad. La canasta de naranjas, símbolo de abundancia y ciclos de la vida, aporta un elemento de tierra y sustento. El círculo como formato encierra la idea de lo eterno, del ciclo vital que no tiene principio ni fin, reforzando el mensaje de permanencia.
Análisis emocional:
La obra evoca la paz de los vínculos más puros: el cuidado, la protección y el amor incondicional. La mirada de la anciana, cargada de memoria y paciencia, dialoga con el descanso confiado del niño. Es una imagen que conecta con la nostalgia y el reconocimiento de quienes nos antecedieron, invitando al espectador a valorar la raíz, la herencia y los lazos que trascienden el tiempo. Este componente emocional, sumado a la maestría técnica, otorga a la obra un valor coleccionable que trasciende lo decorativo para convertirse en una pieza de memoria cultural.
OBRA EN VENTA
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